domingo, 3 de diciembre de 2017

POR FAVOR NO LA MALTRATES, NO ABUSES DE TU FALSA AUTORIDAD.

DEBEMOS DAR FRUTOS. UN ÁRBOL BUENO DA BUENOS FRUTOS Y UN ÁRBOL MALO NO DA FRUTOS BUENOS, SINO FRUTOS MALOS.
VEAMOS LOS FRUTOS DE UN ÁRBOL MALO.
«MI ESPOSO... INTENTÓ ESTRANGULARME »
Por Carlos Rey.
«Desde casados, hace dieciocho años, he recibido maltrato verbal y físico.... Mi esposo, cuando lo conocí, era diácono, y luego llegó a ser pastor; pero eso no le impedía golpearme hasta dejarme con moretones en el cuerpo y hacerme sangrar. Una vez quedé inconsciente, pues intentó estrangularme. Recientemente lo volvió a hacer. [Como mi esposo es] el pastor, me da vergüenza y no puedo contarlo. Golpeó a mi hija de quince años porque ella me quiso defender.»
Este es el consejo que le dio mi esposa:
»¡Lamentamos mucho todo lo que usted ha tenido que sufrir! Es trágico que hombres o mujeres que profesan estar dedicados a Dios y a su obra guarden tales secretos en su vida privada. A veces cometen adulterio, otras veces desfalco, y como en el caso suyo, otras veces proceden con enojo y violencia. Estos “lobos feroces disfrazados de ovejas”, tal como se refiere a ellos Jesucristo mismo,1. se valen de su poder y de su puesto en la iglesia para manipular a su familia y a quienes pudieran descubrir su secreto vergonzoso.
»A modo de ilustración, Cristo los compara con árboles que dan fruto. Dice que así como un árbol malo no puede dar buen fruto, tampoco un árbol bueno puede dar mal fruto.2. En este caso, su esposo es el árbol que a los ojos de muchos parece ser bueno, pero el fruto que está dando es malo. La violencia doméstica siempre es mala y siempre peligrosa, sin excepción alguna. De modo que su esposo es un “falso profeta”, como lo califica Cristo,3. que está engañando a una congregación de personas que lo tienen a él como su guía espiritual....
»Lo primero que debe hacer usted es protegerse físicamente para que su esposo no pueda seguir lastimándola. Si su país tiene leyes contra el abuso conyugal, acuda a la policía y denuncie todo lo que su esposo ha hecho.... De ser posible, pida una orden de protección para que él no pueda estar cerca de usted ni de su hija en el futuro. Aproveche todo recurso que le ofrezca su sistema judicial. Su esposo debe ser encarcelado a causa de su conducta, así que no dude en hacer lo que pueda para que esto suceda....
»Luego dígaselo a todo el mundo. El guardar esta clase de secreto permite que siga sucediendo..
»Este consejo, en definitiva, puede transformar su vida. Y no hay duda alguna de que, si usted lo sigue, cambiará radicalmente la vida de muchas personas de aquí en adelante. Pero ¿qué pasa si no sigue nuestro consejo y él termina por matarla, ya sea a propósito o por falta de dominio propio? Piense en su hija. Ella la necesita a usted. Hágalo por ella y porque es lo que debe hacerse.»
1       Mt 7:15b.
2       Mt 7:16-20.
3       Mt 7:15ª.















viernes, 1 de diciembre de 2017

DIOS NOS INVITA A RECIBIR SU PAZ.

UN DIÁLOGO EN SILENCIO PUEDE SOLUCIONAR MUCHOS PROBLEMAS.
EL DIÁLOGO SILENCIOSO.
Por el Hermano Pablo.
Aquel fue un diálogo dramático. Una vida estaba en juego. Fue un diálogo sobrecargado de emoción. Un diálogo en la cornisa de un edificio de Nueva York, a veinte pisos de altura. Fue, sin embargo, un diálogo totalmente silencioso.
Lo sostuvo Lillian Pérez, una señorita hispana de diecisiete años de edad, con Nicole Dean, una niña negra de la misma edad. Nicole había sufrido varios desengaños y, desesperada de la vida, intentaba suicidarse.
Como Nicole era sordomuda, Lillian, que practicaba el lenguaje de gestos, tras dos horas de arduos intentos logró su objetivo. No gritaron en ningún momento. Fue un diálogo de vida o muerte, dramático, serio, pero sin que se emitiera sonido alguno. Al fin las dos bajaron juntas de las cornisas del edificio, salvas y sanas.
Un diálogo, para tener intensidad, no precisa de gritos. Los gritos, más bien, enturbian la comunicación. Si dos personas que quieren dialogar se acaloran, en lugar de dar razones, dan insultos; y en lugar de comunicarse, cierran la puerta.
¿En dónde se ve más esto? En las comunicaciones entre marido y mujer. Si dialogaran sin esa emoción mórbida que añade el grito, y especialmente sin los golpes físicos que a veces acompañan la emoción, lo cual es imperdonable, se entenderían. El diálogo en paz y en armonía traería el provecho que se busca.
Por algo será que San Pablo recomienda que se elimine toda gritería. «Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias», les dice a los efesios (Efesios 4:31). Esas emociones envenenan la comunicación, mientras que las palabras delicadas suavizan toda conversación, y la armonía y el bien surgen de ellas.
¿Cómo hallar calma en medio de la tormenta? En primer lugar, ningún capitán levanta velas cuando ruge la tempestad. Antes de entablar alguna comunicación que pueda ser seria, esperemos que nuestros ánimos estén tranquilos. Ceder, para mantener la paz y por amor al cónyuge, es mil veces más importante y muestra mayor madurez que salir ganando en cualquier altercado.
Además, hablar con calma produce mucho mejor efecto. Así es como Dios habla con nosotros. Por cierto, un diálogo con Cristo les da a todos los demás diálogos de nuestra vida el provecho que buscamos.
DIOS NOS INVITA A RECIBIR SU PAZ.

Cristo quiere conversar con nosotros. Aceptemos su invitación. Él nos dará la paz que traerá armonía a todas nuestras relaciones. Recibamos la paz de Dios.