viernes, 16 de octubre de 2015

AMA A LA FAMILIA Y NO LA MALTRATES.DIOS NOS DIO LOS HIJOS, DEBEMOS CUIDARLOS.

LAS ESCRITURAS SON MUY CLARAS EN CUANTO A LO QUE SIGNIFICAN NUESTROS HIJOS.
“He aquí herencia de Dios son los hijos, cosa de estima el fruto del vientre.
Salmos 127:3.
“Y vosotros padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”.  Efesios 6:4.
“Y todos tus hijos serán enseñados por Dios, y se multiplicará la paz de tus hijos”.  Isaías 54:13.
LA ENSEÑANZA DE LA PALABRA ES MUY IMPORTANTE EN LA CRIANZA.
¿Qué valor tienen tus hijos?  ¿Te has dado cuenta cuánto valen?  ¿Qué significa para ti tener hijos?  Dios mismo nos los ha dado como una herencia.
LOS HIJOS SON UNA GRAN BENDICIÓN DE DIOS.
Solo Dios puede darnos los hijos.  Y no nos los da como una carga, como un castigo, pero si como un favor como una bendición.  Por lo tanto, necesitamos recibirlos para amarlos y educarlos porque son un regalo de Dios y él mismo suplirá para todo lo que ellos necesiten.
LOS CONFLICTOS Y LAS DIFERENCIAS, SE SOLUCIONAN ORANDO.
“Y vosotros padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”.  Efesios 6:4.
INSTRUYE AL NIÑO, Y NO SERÁ NECESARIO CORREGIR AL ADULTO.
Disciplina para corregirles de acciones indebidas, disciplina en el dormir, en el comer, en el hacer.
Los estudiosos del desarrollo humano  han dicho que  formamos la mitad de la personalidad de un niño en sus primeros 5 años de vida, y después será más fácil la tarea del entrenamiento.
HOY ES NECESARIO CUIDAR A NUESTROS HIJOS, DE TODOS LOS ENGAÑOS.
Thomas Manton expresó:

Hay efectos de recibir a los hijos  como la herencia que viene de Dios:
Los padres confiarán en el Señor para su provisión y seguridad.
Los disciplinarán en el temor del Señor.
Con frecuencia consultarán a Dios en relación a ellos.
Los entregarán a Dios sin quejarse, si El decide llevárselos.

Si se cumple con estos puntos, entonces:

Ellos vendrán a ser el gozo de los padres.
Serán el récord permanente de la sabiduría de sus padres.
Serán el apoyo y el alivio de los trabajos o solaz en la ancianidad de sus padres.
Serán los transmisores de las virtudes de sus padres a otra generación.

Dios te bendiga,
Tu hermana y amiga.
Alva Vargas de Contreras.
www.alvadecontreras.com
APRENDAMOS A EJERCITAR LA FE CON NUESTROS HIJOS.
Por fe andamos, no por vista. 2 Corintios 5:7
Thomas Manton dijo que, mientras todo está en calma y hay comodidad, vivimos por los sentidos y no por la fe. Pero nunca se conoce el valor de un soldado en tiempos de paz. Siempre es un reto mantenerse debidamente concentrado a través de una prueba difícil. Aun con la promesa de lecciones aprendidas y recompensas comprendidas, la certeza de esos beneficios puede parecer más teórica que real. Pero podemos tener una confianza mucho mayor en la realidad de todas esas cosas si sencillamente recordamos las palabras del versículo de hoy.
Uno de los propósitos de Dios en las pruebas es darnos mayor fortaleza. Cuando se pasa por una prueba, se ejercitan los músculos espirituales (la fe) y se fortalecen para la próxima prueba. Eso quiere decir que podemos enfrentarnos a peores enemigos y resistir mayores obstáculos, llegando a ser así más útiles al Señor. Y cuánto más útil usted sea, tanto más cumplirá su voluntad en el poder de su Espíritu para su gloria.


 hijos

miércoles, 14 de octubre de 2015

QUE BONITO QUE ES EL PERDÓN, EL PERDÓN NO ES UNA OPCIÓN.

EL PERDÓN NO ES UNA OPCIÓN
Por el Hermano Pablo.

Fue para Juanita Parker una semana verdaderamente trágica. Primero, su marido tuvo un accidente de trabajo quedando gravemente quemado. Segundo, su hijito recién nacido fue diagnosticado con mononucleosis. Tercero, perdió la casa que habían comprado por falta de pagos. Cuarto, y esto fue lo peor, descubrió que su esposo y su mejor amiga eran amantes. Todo esto le sucedió en el lapso de sólo ocho días.
La agonía moral de Juanita duró cuatro semanas. En su desesperación llegó a la conclusión de que para ella sólo había dos opciones: matarse o perdonar. Por fin hizo lo único que podía darle tranquilidad: perdonó. Perdonó a su marido. Perdonó a su amiga. Y con el perdón sincero y completo, recuperó la paz. Es más, con el alma libre de esa carga, pudo tener la fe para resolver sus demás problemas. El perdonar fue su salvación.
Alguien dijo que el perdón no es una opción. No se puede tener paz si no se perdona. En ese sentido el perdón no es una opción. Es un imperativo.
Cuando alguien nos ha ofendido, haciéndonos daño en el alma, exclamamos: «¡Jamás lo perdonaré! La herida es demasiado grande, el desencanto muy grave, el dolor insoportable. ¡Jamás lo perdonaré!»
El problema mayor es que vivir sin perdonar es lo mismo que llevar una piedra en el estómago. Es igual que echar sal continuamente en una herida abierta. Vivir sin perdonar es nublar el entendimiento, endurecer el corazón, amargar el alma.
¿Cuántas veces no habremos repetido el Padrenuestro? Comienza diciendo: «Padre nuestro que estás en el cielo.» Más adelante dice: «Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores» (Mateo 6:9, 12,13). Es decir: «De la misma manera en que yo, Señor, perdono, perdóname tú a mí.» Perdonar no es una opción. Es un mandamiento divino.
Cuando Jesús agonizaba en la cruz, mirando a la multitud, dijo: «Padre, perdónalos» (Lucas 23:34). El que más sufrió, el que fue clavado en una cruz, al referirse a sus verdugos dijo: «Padre, perdónalos.» Así nos enseñó el Maestro.
Así es el perdón divino —gratis, eterno y perfecto—, y sin embargo cualquiera puede ser salvo. Pero eso demanda que también nosotros perdonemos. Así como hemos recibido el perdón de Dios, tenemos que perdonar a los demás. No es una opción; es un mandato. Pero Cristo nos da la fuerza para cumplirlo.